Una vez alguien escribió se cuenta que, recientemente, un juez civil recomendó a la madre de un insumiso la lectura de la novela Los invisibles (Anagrama 1987) del milanés Nanni Balestrini, como advertencia de lo que les puede pasar a quienes, como su hijo, se atrevían a rechazar las leyes del Estado. Y, se preguntarán ustedes, ¿qué interés puede tener esta novela de un comunista italiano acusado de terrorismo para un juez? Quién sabe, tal vez añore las leyes de excepción italiana de la pasada década que dejaron en evidencia que el terror de Estado apenas tiene limites, o sencillamente sea un admirador de siniestros funcionarios de la represión como el fiscal de Padua, Calogero.
Texto de LADINAMO
Nanni Balestrini (Milán, 1935) es un escritor poco conocido en nuestro país a pesar de su dilatada actividad artística y la densidad de su experiencia vital. Traficantes de Sueños ha publicado recientemente Lo queremos todo y en septiembre editará La horda de oro, dos piezas destacadas de la trayectoria literaria de Balestrini y, sobre todo, dos obras imprescindibles para entender la historia reciente de las luchas obreras y sociales en Europa.
Hay veces en que las palabras se quedan cortas y no alcanzan a nombrar la complejidad de las cosas. Con Nanni Balestrini pasa algo de eso. Su versatilidad artística y su compromiso permanente con la innovación transgresora lo convierten en un monstruo difícilmente catalogable. Poeta, novelista, activista político, guionista de cine y televisión, dramaturgo, ensayista, agitador cultural, artista plástico y mediactivista. Muchos mundos conectados y muchas fronteras burladas. “Ha habido periodos en los que la relación entre literatura, arte y música ha sido intensa y muy productiva, pensemos en los años sesenta, por ejemplo”, apunta Balestrini.
“En nuestros días, parece que los creadores no llegan a ver más allá de su propio campo específico y esa es, precisamente, una de las causas de la desertización del panorama cultural actual. Yo me he formado en unos años en los que los contactos y los intercambios eran muy vivos, por eso encuentro natural moverme en diferentes direcciones, de la poesía a la novela, del teatro musical al arte visual, etc. Son caminos ligados que se alimentan mutuamente”. En la cronología de su vida literaria destaca el año 1963, cuando varios escritores, poetas y estudiosos de estética convergen en el llamado Gruppo 63, una experiencia de búsqueda de nuevas formas expresivas que se extendió rápidamente a diversas disciplinas artísticas.
Junto a Balestrini, escritores como Umberto Eco y Edoardo Sanguineti dieron cuerpo a un colectivo que produjo una ruptura importante en la literatura italiana, bebiendo de las fuentes de las vanguardias históricas nacidas en los primeros años del siglo XX, del marxismo crítico, del pensamiento fenomenológico, del estructuralismo y de la sociología de la comunicación de masas. “Los años cincuenta fueron un pantano en el que Italia permanecía fosilizada en posiciones de un provincialismo extremo -señala Balestrini-. De repente, con el boom económico, las cosas comenzaron a moverse, sobre todo en Milán. En ese tiempo yo había dejado la universidad y había comenzado a trabajar en una editorial en la que ya estaba Umberto Eco. Rápidamente me encontré formando parte de un grupo de jóvenes escritores y críticos que compartíamos la aspiración de hacer tabla rasa con el pasado reciente que nuestra generación no soportaba y sintonizar con el resto de Europa”.
Después del 63 llegó el 68, “la explosión del descontento y de las exigencias de cambio que se habían puesto de manifiesto durante los años anteriores”, como apunta el escritor italiano. Balestrini se sumergió completamente en una experiencia de fuertes luchas sociales que en Italia se prolongó hasta 1979. Como otros intelectuales de su país, desarrolló una intensa actividad militante en el seno de los movimientos sociales más radicales, de la que dio cuenta en varias de sus novelas, entre las que destacan Lo queremos todo (1971) y Los invisibles (1987).
En ellas, recuperó el espíritu que había agitado a los jóvenes del 63, poniendo en juego una alteración de la gramática y la escritura que inyectaba un ritmo trepidante al relato. “La reacción del Estado a ese movimiento tan potente fue durísima -recuerda Balestrini-. Fueron años frenéticos, de una vitalidad enorme, de una gran creatividad y una inmensa felicidad a pesar del clima opresivo que la represión instauró. Aquellos que pensaban en cambiar las cosas fueron castigados duramente”. Ese castigo fue para Balestrini el exilio a Francia. Acusado sin pruebas de asociación subversiva, pertenencia a banda armada y participación en varios homicidios, escapó de un proceso judicial completamente inverosímil y disparatado que le costó, como a muchos otros, años de exilio.
Demostrando un dinamismo apabullante, Balestrini ha fundado revistas culturales y organizado muestras de arte en Berlín, París, Milán, Los Ángeles, Nueva York o Venecia, siempre con una preocupación destacable por la utilidad social de la actividad artística, especialmente de la literatura. “La literatura siempre tiene una función social, puesto que se dirige a un público, transmite emociones mentales y puede influir sobre ideas y comportamientos que forman parte tanto de la esfera privada, como de la pública -declara Balestrini-. Buena parte de mis obras invaden la esfera de lo social y de lo político, pero se trata de una inclinación personal por los temas que más me apasionan. Nunca he infravalorado a los autores que tratan argumentos privados, puesto que el único criterio de valoración debe ser siempre el de la calidad artística. La literatura nos ofrece nuevas realidades hechas de palabras, en las que podemos habitar y viajar temporalmente a mundos paralelos que permiten experiencias fortísimas que te envuelven entero y que cada uno puede utilizar como considere oportuno”.
Nanni Balestrini en castellano:
En palabras de su autor, “es el primero de una serie de textos en los que he tratado de aplicar la definición de la ‘novela épica’. ¿Por qué la novela épica? La novela moderna ha sido, en los dos últimos siglos, el género literario que ha acompañado fielmente el desarrollo de la burguesía occidental, excavando en sus problemáticas y alumbrando sus contradicciones. Relata generalmente las peripecias de un personaje que entra en conflicto con la sociedad para afirmar su propia individualidad. La épica clásica, género poético y narrativo anterior al predominio de la burguesía y su imaginario, contaba sin embargo historias colectivas, luchas de los pueblos o empresas de héroes que encarnaban el destino de una estirpe. Así, la voz que narra Lo queremos todo es un personaje colectivo: el obrero del sur obligado a emigrar para encontrar trabajo en las fábricas del norte, protagonista del gran ciclo de luchas que en 1969 puso de rodillas a la FIAT. Para dar prioridad en sus páginas al lenguaje oral, he usado una escritura que subraya el estilo hablado, creando un flujo verbal sobre el ritmo de la respiración”.
La horda de oro 1968-1977 (Traficantes de Sueños, 2006)
Ensayo escrito por Balestrini junto a Primo Moroni. Un formidable instrumento de memoria histórica. Un relato detallado del universo en el que surge “la gran ola revolucionaria” que inundó Italia desde los años sesenta hasta el final de la década de los setenta. Diez años de historia italiana y europea. Una emocionante recopilación de las ideas, los gestos, las tensiones, las creaciones, los deseos y las esperanzas de un movimiento que se propuso cambiar las cosas desde abajo. Un ejercicio necesario de historiografía que se echa en falta en nuestro país.
Los Invisibles (Traficantes de Sueños)
La protagonista de la novela es esa nueva generación de proletarios que en los años setenta inauguró en Italia la “revolución de lo cotidiano”, el rechazo del trabajo, la ocupación de casas, la creación de espacios sociales autogestionados y las huelgas salvajes. Balestrini reconstruye en Los invisibles la épica de una insurrección del deseo sobre la que se abatió la enorme violencia de la criminalización y la cárcel.
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